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19195

Pedro Rodas P.

De Ayer
  
Mujer de hiedras 
Y humedal 
Será por tus débiles manos, 
Tu boca triste, 
Tus comisuras, 
-Cortos del atardecer- 
Que te amé. 

Conocí tus símbolos y tus señales 
En aquellas noches que 
Descendía la azul lluvia 
Reflejando en tus ojos 
Ausencia 
Y clamor. 
Ataste mis manos a tus 
Innumerables cordones 
Para olvidar los mundos. 

En las horas lunares 
Tu espesa silueta danzaba 
Aflorando luz 
Como nido de pájaros rojos. 
Ya cautivo 
Decidí el exilio, 
En tí. 
Sin Himno, 
Bandera, 
Terruño, 
Soledad. 

Después me abandonabas 
Mujer sensata 
Solo, con el ósculo 
De tus labios oceánicos, 
Con tus sedales, 
Con tu límpido rosal 
Que aflora cada noche 
El magno pétalo. 
Y pensar que yo te amaba, 
Y pensar que yo te ame 
Hoy son nostalgias del ayer. 

Empieza a llover
  
Desde el balcón del mundo 
Respiro la tarde. 
Los vidrios reflejan el 
Teatro de la gente 
Que va y vuelve. 

Yo sigo trémulo y furtivo. 
Los viejos colibríes deciden 
Morir acá, 
Disparando sus últimos suspiros 
Como hojas, 
Sus grises alas me rozan. 

Las últimas luces 
Se filtran 
A través de los árboles. 
¡ Empieza a llover¡ 
Veo hilos de ríos en la calle 
Como redes húmedas 
Que sugieren aromas… 

Confesiones de Marzo 
  
Hermano mío, desearía que este texto se llame confesiones de Abril, para que el mes con su beldad, renazca mi estrofa, y el clima de sus treinta días den templanza a mi palabra muerta. 
Desearía que el inicio de la primavera no solo cautive los jazmines, sino que sea generoso con mi pluma abandonada sin aroma. Que los ríos enamorados se paren y me dirijan por la autopista de la composición abarcadora, para dejar a un lado las carreteras polvorosas que me llevan al día errante del verso débil. 
Quisiera conocer la belleza para luego soñar con el arte. Te vendería mis arboledas obscuras en las que se inspira la golondrina matizada, para obtener claridad en mis rimas. 
Quiero caminar por la ciudad extensa, recorrer las riberas, cruzar los parques de los libertadores olvidados, tropezar, levantarme, correr tras el pétalo volador, sentarme en una banca abandonada por las hormigas, y luego negociar contigo, para cambiarte esta realidad, este acorde, esta entonación, esta sombra tangible, la experiencia en el alba, las observaciones tenaces, las horas de vuelo… por un minuto de vida a mis textos. 
Quisiera dejar a un lado mi descripción de sendas nocturnas, adoquinadas de faroles amarillos, con neblina y lluvia, para descansar en el sol de las cinco de la tarde, y ocuparme en interpretar la magnolia ilusionada. 
Hermano mío, como deseo mudarme de la tierra que seca mi papel, para redactar en el mar, junto al atroz delfín. Y en mi embarcación llena de rosas de Martí, tener la ilusión de ser un escritor renovado en Abril. 

Reminiscencias 
  
Me enredo en reminiscencias 
Discerniendo tu figura precisa 
Tus pequeños labios de agua 
Me renacen nuevamente 
Con brío alucino tu cabellera 
¡ Rareza en este vulgo! 
Repaso tu cuello de arena 
Vehemencia de antaño. 

Brote de escasas muertes 
Te desplazas como un céfiro 
Aunque es voluble mi remembranza, 
Te puedo atisbar 
Tu carismática frente 
Me reanima a amarte 
En este sedante recuerdo, 
Tan transitorio como perenne. 

Tu breve comparecencia reduce 
Mi hostilidad 
Evoco tu aliento en el verano, 
El latir de tus manos sencillas, 
Tu sonrisa húmeda 
En todas nuestras noches pasadas… 

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