La canción de la rocola
Ensayo
Sobre el libro, Santiago Páez ha dicho lo siguiente:
Pueden estar en la penumbra o alumbrados por la luz azul del neón; pueden beber cerveza, ron o aguardiente; pueden conversar sobre fútbol, sobre política o sobre la vida y sus pesares; pueden encontrarse en un pueblo, en una ciudad pequeña o en la capital, cerca de un mercado, unas oficinas públicas o una Universidad. Son un grupo de hombres jóvenes o de mediana edad y permanecerán algunas horas en el salón o cantina que los acoge.
En principio, se podría afirmar que se dedican a beber y divertirse y, en verdad, es así; pero hay un elemento más en el lugar; una ROCOLA. Y gracias al artefacto escuchan música, y n las letras de esas canciones encuentran modelos para comprender el mundo, pautas de conducta, ejes de axiológicos que les permiten valorar acciones y situaciones.
Como lo señala Henri Lefevre, la taberna es un ámbito de socialización y, en nuestra cultura, la música que suena desde la ROCOLA es un componente fundamental de esa socialización. En gran medida, los ecuatorianos hemos aprendido sobre el mundo y sus conflictos escuchando que, en la relación con nuestro entorno social, podemos exigir: déjenme vivir mi vida, yo no soy malo con nadie, a nadie le pido, a nadie le debo…; que a las mujeres les podemos jurar: no puedo verte triste por que me mata, tu carita de pena, mi dulce amor…; que las decepciones amorosas nos deben llevar a pedir: mozo sírvame la copa rota sírvame que me destroza esta fiebre de obsesión…; porque, en la última instancia, siempre podemos contar con el: licor bendito, que alejas los pesares…
La música de ROCOLA, como podemos ver, es, nos guste o no, una de las vertientes de nuestra identidad. es por eso que María Eugenia Moscoso la estudia en este libro, con la rigurosa metodología y sobre una consistente base teórica. Este trabajo es, por tanto, fundamental: nos permite comprendernos un poco más, saber qué somos como somos… en fin, entendernos.