A otro hueso con ese perro
Cuento
Juzgar una obra por la calidad de sus adjetivaciones, ciertamente que puede parecer un método intolerable. Sin embargo no es así. Para los que concebimos al lenguaje como creador y modelador del mundo, el método es muy pertinente. Mucho más si recordamos la propuesta del filósofo Mauthner, a quien Borges leyó en su juventud.
Mauthner niega la facultad del lenguaje para la información de datos, más bien lo rescata como transmisor y creador de sentimientos. Este punto de vista lo comparto de modo amplio. Por eso me ha gustado enormemente la narrativa de Roque Iturralde. Es quizá uno de los mejores adjetivadores de nuestra literatura. “Encañonado áspero”. “Vehículo final”. “Serpiente florecida”. Esto equivale a decir que imprime en sus textos una mirada muy singular, muy suya. Los adjetivos están en el sitio preciso para crear atmósferas de vértigo, desdén o de miedo. Cuentos breves, amenos, intensos. Libres de todo ripio que nos aleje del sorprendente y bien logrado desenlace.
Iván Oñate
Roque Iturralde Guerrero, quiteño, 54 años.
Estudió letras en la universidad Católica del Ecuador, en Quito. Es un apasionado por los asuntos del lenguaje.
Su temprana incursión en la publicidad hizo que su pluma se convirtiera en máquina de producir, por muchos años, textos capaces de seducir consumidores.
Ha publicado tres libros: Guaguas, libro de poesía publicado por UNICEF, de bello diseño y con fotografías de niños, tomadas por su amigo Eduardo Quintana.
Rondas Lirondas, libro de pequeñísimo formato, con rondas infantiles y canciones de cuna que reemplazan la vieja costumbre de educar por el miedo y que recuperan la ternura y el juego como método didáctico. Publicado también por UNICEF, con unas ilustraciones mágicas de María Isabel Molina.
Desencuentos, una colección de relatos breves y otros textos, publicado por ABRAPALABRA, cuentos fundamentalmente sencillos, divertidos y entretenidos.
En preparación: Mujer de Espaldas, Poesía.